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Experiencia

Portapluma artesanal en Cedro
con pluma de avestruz



La escritura reduce el atractivo ejercido dioses porque se torna cada vez menos plausible; la dimensión gráfica de lo invisible es más difícil de aceptar.

El nada no puede escribirse, no puede llenar el espacio con un signo. Aún cuando al nada corresponda un signo, esto no distingue la absoluta ausencia de algo que lo evoque o directamente lo configure por contraposición: a un trazado de la realidad se contrapone la ausencia de toda idea que pueda intuir el vacío (que es, entre los griegos, la imagen de la nada).

La escritura reduce el alcance de la expresión a lo visible, a lo tangible o a lo intuitivo, a algo que pueda hallar su equivalente, al menos en un aspecto de la experiencia.

La letra cursiva

Conjunto de portaplumas artesanales realizados en distintas maderas. Diseños únicos e irrepetibles
Desde el punto de vista histórico, -tanto griegos como latinos- escribían todo en letras mayúsculas. Luego, a fuerza de acelerar el ritmo de la escritura, se comenzaron a ligar las letras entre sí, y comenzaron por aceptarse las irregularidades, los palotes y las patas que signaron la pausa de la mano. De esta forma se llegó a la letra minúscula.

La letra minúscula fue la consecuencia de ese fenómeno tan importante para la escritura que es la letra cursiva.

Es necesario que la escritura discurra, como el tiempo, el pensamiento o el dinero. Que la mano se mueva con la misma rapidez que los ojos, el pensamiento, la lengua, los sueños...

Ernesto Martinchuk