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Escribir con pluma







"No hay que escribir sino en el momento en que cada vez que mojas la pluma en la tinta, un jirón de tu carne queda en el tintero"
León Tolstoi




Quienes tenemos experiencia y ya peinamos  canas hemos hecho nuestra escuela primaria en una época en que los alumnos teníamos que escribir las tareas con unas lapiceras, que terminaban en una pluma de acero que, por su forma, se la denominaba “cucharita”. Esa lapicera era mojada en tinteros encastrados en los pupitres estudiantiles de madera, que siempre tenían desajustes por el uso o mal uso, por lo que poseían un movimiento pendular, en la medida que el compañero del banco de adelante no controlara las inquietudes propias de la niñez.

Era común, por lo tanto, que la tinta líquida salpicara los guardapolvos o manchara los textos para horror de nuestras madres y enojo de los maestros. En aquel entonces, esa lapicera iba acompañada siempre de un complemento llamado papel secante, que trataba de limitar los manchones que de tanto en tanto se generaban, porque el arte de escribir con lapicera con pluma, era evitar que la misma se cargara demasiado para que el exceso de tinta no cayera sobre el cuaderno o los papeles del alumno.


Ese mortificante manchón, era la prueba de no haber saber equilibrar la carga de la tinta con la velocidad de la escritura, es decir que se la mano se detenía en sus movimientos, la tinta seguía deslizándose a través de la pluma hasta estropear el trabajo. Eran los tiempos en que el bolígrafo aún no había sido creado y la lapicera fuente no era admitida en la escuela.

Ernesto Martinchuk

Los distintos tipos de letras

En la  época helenísta se cuentan tres escrituras griegas para diferentes usos.
Una escritura de libro (libresca), muy caligráfica.
Una escritura de cancillería y una escritura privada (cursiva y ligera)
En el siglo IV existió también una escritura sepulral, en la cual las letras inventadas por Filocalo a pedido d el  papa Dámaso, terminaban con muescas quebradas, llamado estilo filocaliano y representa la muerte, el Estado, la cultura, la persona que posee una tipología funcional de las escrituras.
Pero con igual frecuencia, en el curso de nuestra historia, los tipos de escritura se han basado en simples diferencias de forma, que pueden derivar en algún significado ético.
El Imperio romano conoció dos formas de escritura originadas en la imitación de las inscripciones monumentales: la cuadrada ( de frecuentes palotes) y la rústica que en su mismo nombre revelan el uso al cual estaban destinadas.
Los árabes tuvieron una grafía monumental angulosa y rígida (la cúfica) y una escritura para copistas, elástica y redondeada (la naskbi). En líneas generales se tiende voluntariamente a citar o a comentar los varios tipos de escritura, según el ethos que se le atribuye: la uncial, donde se impone la curva en la que se intuye el deslizamiento eufórico de la pluma sobre el pergamino, es definida como una escritura "joven" que atestigua la "alegría de vivir".
La "textura" (escritura gótica del siglo XV) es definida solemne, densa y angulosa, se dice, como los pueblos que la usaron preferentemente (ingleses y alemanes)".
La gótica, en líneas generales se víncula con el espíritu arquitectónico de la época.
Como en todo fenómeno cultural, la escritura está superdefinida, y aparece, a veces, sometida a causas materiales (necesidad de ganar espacio porque el material cuesta caro). Otras veces parece ligada a motivos espirituales (adecuarse al estilo de una época) y demostrar cierta filosofía de la Historia, entendiendo que la Historia es una sola.

BREVE HISTORIA DE LA ESCRITURA (Parte I)

Articulamos en dos entregas reducidas una historia de la escritura: la ubicación cronológica de algunos datos aparecidos, pero sin olvidar que es una selección y orden donde aparece un sentido mitológico, dado que se trata de nuestro saber, del saber de Occidente en un esquema lineal que hace que las escrituras aparezcan una tras otra según el principio de la evolución.

Primeros testimonios
- Aparecen grafismos e incisiones en las paredes de las cavernas prehistóricas unos 35.000 años antes de nuestra era.

- La escritura propiamente lineal esta documentada en la Mesopotamia, 3,500 años AC o sea 2.500 después de la aparición de las primeras aldeas de la sociedad humana. Esa escritura (cuneiforme) adoptada por los sumerios y luego por asirios y babilónicos se mantuvo hasta la era cristiana.

Piedra de Rosetta 
- Los testimonios más antiguos de la escriltura egipcia (jerogllíficos) datan del inicio del segundo milenio AC.

- Hacia el 1.700 AC se documenta una escritura china, se trata de textos adivinatorios realizados en caparazones de tortugas.

- El primer alfabeto es fenicio (escribas de Ugarit, siglo XIV AC. Del mismo derivan otros alfabetos, entre ellos el arameo, del cual derivan el hebreo, el nabateo, el árabe, el brahmático y el griego del cual desclienden el etrusco, el latín y el cirílico.

- El alfabeto griego fue tomado de los fenicios (siglo VIII AC. Incluye vocales.

En China (Siglo IV AC) se producen la unificación de las escrituras regionales con la unificación imperial, la centralización política y el predominio del Estado. En Grecia se produce la unificación de la escritura a partir del alfabeto de Mileto, llamado jónico. En ambos Estados aparece la escritura cursiva. 

- En el Siglo I DC, aparece en China el papel y el pergamino en Asia Menor.
Papiro en Egipto

- En el Siglo III DC la escritura pasa del rollo de papiro (rotulus, volumen) al cuaderno de hojas (codex)

- En el Siglo VI, en Occidente la reproducción manuscrita de los textos se realiza en verdaderos talleres de copistas (scriptoria).

- En el siglo X se introducen en Europa los primeros números árabes, que serán difundidos en el siglo XIII y adoptados en toas partes en el siglo XV junto con el papel procedente de China.

Continúa en II parte....

Ernesto Martinchuk

¿COMO CLASIFICAR NUESTRAS NOTAS?

He aquí la organización que, después de muchos ensayos, me ha parecido la mejor. Si la clasificación es demasiado complicada, en vez de ayudar, aumenta la confusión. Unas cuarenta carpetas o biblioratos me parecen el máximo, porque con mayor número comienza la confusión. Cada una estará numerada y cada número corresponde a un título general. Por ejemplo, lo que concierne al trabajo intelectual está clasificado bajo una etiqueta, lo que atañe a la voluntad, a otra y así para la memoria, la lectura, etc.

Cada uno debe hacer su clasificación, según sus gustos y según la naturaleza de su trabajo.

Cuando tome una nota o recorte un artículo tenga a la vista el índice de sus etiquetas y ponga en su nota el número en que debe ser clasificada. Si la nota es de importancia, va a ocupar inmediatamente su sitio, si hay alguna dificultad para su clasificación va al estanque de decantación. Si el libro o la revista no me pertenecen, tomar una nota o resumen en el que se indica la naturaleza de la referencia con remisión al libro y a la página.

De esta manera no se construye en la arena y ningún esfuerzo se pierde. Mis observaciones, mis lecturas, los pensamientos que se me ocurren estando de paseo o en la cama que anoto en papeles sueltos, las imágenes que me sugieren los espectáculos naturales, etc., se clasifican y de vez en cuando, las vuelvo a leer para conservarlas o desecharlas. De esta manera, a lo largo de los años, tengo delante mi experiencia incesantemente examinada, comprobada y actualizada.

Lo esencial es que estos planes sean claros, porque la sensibilidad de los lazos y por consiguiente la riqueza de las capturas, está en razón de la claridad de las ideas directoras. Los lazos alimentan copiosamente las ideas claras dado que se trata de un lento crecimiento orgánico, tranquilo, regular, sin esfuerzo, porque una vez disciplinado el cerebro, se actúa automáticamente.

Darwin anotaba cuidadosamente los hechos, las hipótesis contrarias a su manera de ver, porque había observado que las olvidaba más fácilmente que los hechos favorables. Siempre trabajó en varias obras a la vez. Había organizado en un mueble, con etiquetas de treinta a cuarenta cajones en los cuales depositaba sus referencias y notas. Al final de los libros que compraba, hacía un índice de los hechos que le eran útiles para sus obras en preparación. Si el libro no le pertenecía, escribía un resumen aparte. Antes de emprender un trabajo, miraba todos sus índices y sus cajones y así tenía todas sus informaciones reunidas.

El hábito hace todo más fácil y crea la necesidad del trabajo. Con el trabajo, tanto los males del alma, como los físicos, pasan inadvertidos.

Ernesto Martinchuk

EL ARTE DE TOMAR NOTAS

Es la memoria de papel la que soporta el esfuerzo. En otros términos, las notas son para el que trabaja un alivio en su tarea. Sin ellas, los recuerdos se tornan vagos y sin consistencia.

Pero las notas pueden ser peligrosas por sí mismas y por su cantidad. Peligrosas por si mismas, porque si se toman en los momentos de pereza, y de sueño, del espíritu crítico, constituyen un tropel falto de cohesión y de resistencia.

Peligrosas por su cantidad, porque si no están admirablemente ordenadas, serán lo que es un ejército que está en manos del jefe una tropa en desbandada después del pánico.

Existe un arte de tomar notas, y cada uno tiene las que merece. Buenas notas son la recompensa de una voluntad que sabe suspender el juicio luego de una valoración lúcida. Pero no basta escoger rigurosamente a la entrada; es preciso, además, que cada nota sea clasificada, y que pueda encontrarse inmediatamente entre miles de ellas.

Durante las lecturas de formación intelectual, tomar notas es indispensable a causa de la flaqueza de la atención y de la memoria. La escritura es un sostén para la atención. El objeto de esas notas es poner a nuestra disposición el pensamiento de un maestro, que podemos volver a evocar con frecuencia en su precisión, y por consiguiente, incrustar en la memoria de manera que no se olvide.

Preocupantes y raquíticas serán nuestras notas si no resultan de un esfuerzo del espíritu. No se trata de tomar de aquí o de allá una frase o un trozo de frase. En necesario penetrar el pensamiento del autor, comprenderlo, y luego exprimirle. Exprimir es, propiamente obligar, mediante presión enérgica y sacar el fruto que contiene. Por una especie de condensación de su pensamiento, que exige enérgico esfuerzo. Luego estas notas, puestas en orden, se leen una y otra vez avanzando para no dejar detrás más que recuerdos organizados indestructiblemente. 

En cuanto a las notas tomadas en el curso de lecturas edificantes, hay que formar con ellas carpetas especiales. En ellas encontraremos la voz amiga y las palabras reconfortantes de lo mejor de nuestros antepasados. No hay que temer copiar los pasajes que nos han servido en momentos de desaliento, de disgusto, o que han redoblado nuestro ardor en momentos de firmeza
.
Hasta aquí, no se presenta ninguna dificultad. Esta no empieza sino en las notas de complemento, en las de caza a través de libros y revistas y en las reservadas para aliviar la memoria. La regla es que lo que debe aliviar no abrume. Es preciso un examen severo. ¿Es auténtica la cita? Si el pasaje que seleccionamos de una revista o un libro está firmada, ¿qué valor tiene el testigo? Es es realmente inteligente o no es más que un seudo-intelignte? ¿Piensa con palabras o tiene contacto con la realidad? ¿Es competente en el caso que se trata? ¿Cuál es su carácter, su veracidad habitual? ¿Es apasionado? ¿Es impulsivo? ¿Tiene espíritu libre?

Cualquiera que sea la autoridad de un escritor, no tendré en cuenta más que afirmaciones (o negaciones) que pueda probar y al crítico que afirma sin probar lo dicho.

Ernesto Martinchuk