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Los beneficios de la lectura



Leer es una actividad donde nuestro cerebro es impactado positivamente. Diversos estudios afirman que mientras más temprano se comience a leer, mejores serán las habilidades que se desarrollarán en el niño y esto le servirá hasta su adultez. En este artículo explicamos los beneficios de la lectura en nuestro cerebro si practicamos el hábito con regularidad.
La Ciencia de la Lectura establece efectos positivos como: Vocabulario: los niños aprenden un 50% más de palabras en comparación con ver televisión en un horario estelar. Empatía: mejora las relaciones con otros, sobre todo si lees ficción. Relajación: reduce el stress en un 68% y ayuda a conciliar el sueño. Entrenamiento cerebral: favorece la memoria y retrasa la aparición de la demencia senil.
En un estudio de la Universidad de California desarrollado por los investigadores Anne Cuningham y Keith Stanovich se han hecho importantes precisiones sobre los beneficios de la lectura en los niños. Leer te hace más listo. Mientras más lea un niño, enriquecerá su vocabulario y mejorará sus habilidades cognitivas. El acto de leer aumenta el rendimiento de los más pequeños. La exposición a un nuevo vocabulario no solo contribuye a mejores calificaciones en los exámenes de comprensión lectora, sino también en los tests  de coeficiente intelectual.
En el artículo se realizan recomendaciones para el fomento de la lectura en las escuelas, deben dárseles a los alumnos suficientes materiales parar leer y escribir, facilitarles lugares donde haya libros para que puedan leer de manera cómoda, poner a su disposición tanto libros de texto como de literatura, mostrar a los niños ilustraciones y material sobre sus libros favoritos, motivarlos a  que lean no solo los libros que indiquen los maestros, sino también libros que ellos mismos escojan. Después de la escuela, cuando el niño va a casa, es necesario establecerle un plan de lecturas, explicar a los padres la importancia de esta actividad e inculcarles lo imprescindible que es leerles a los niños desde pequeños.
Por su parte la Revista Science se refiere a los beneficios para el cerebro de una buena lectura. La teoría de la mente es la capacidad humana para comprender que otras personas tienen creencias y deseos, y que estos pueden diferir de los nuestros. La visión actual es que la ficción literaria, a menudo descrita como narrativas que se centran en representaciones en profundidad de los sentimientos y pensamientos internos de los sujetos, puede vincularse a procesos de la teoría de la mente, especialmente a aquellos que están involucrados en la comprensión o simulación de lo afectivo. Leer pasajes de ficción literaria, en comparación con no ficción, mejora el rendimiento del lector en cuanto al funcionamiento de su cerebro.
Hay muchas maneras de reducir los niveles de estrés como salir a caminar, escuchar música o tomar té. Ninguna de éstas te sorprenderá, pero ¿has considerado los beneficios reductores del estrés que proporciona la lectura regular?
Un estudio de 2009 de la Universidad de Sussex  llegó a la conclusión de que leer al menos seis minutos diarios puede reducir los niveles de estrés hasta en un 68%.
Leer un libro de tu agrado, que no tenga conexión con el trabajo rutinario, puede traerte numerosos beneficios. Abrir un texto y sumergirte en su contenido, ya sea una novela romántica o una historia de ciencia ficción, te ayudará a escapar del estrés de la vida cotidiana. La lectura también proporciona beneficios físicos como reducir el ritmo cardíaco y aliviar la tensión muscular. ¡Piensa en leer como unas vacaciones cerebrales saludables y libres!
El Dr. Lewis, Neuropsicólogo dice: “Perderte en un libro es la máxima relajación. Esto es particularmente conmovedor en tiempos de incertidumbre económica cuando todos anhelamos escapar de los problemas. Realmente no importa qué libro lees, al perderte en un libro apasionante, puedes  huir de las preocupaciones y tensiones del mundo cotidiano y pasar un rato explorando el dominio de la imaginación del autor”.
Además de ser una fuente de escape, la lectura también proporciona conocimiento, lo que se traduce en alivio y comodidad. Leer libros también puede inspirar y emocionar. Las biografías nos ayudan a conocer las limitaciones del cuerpo y la mente, mientras que los libros de fantasía despiertan nuestra imaginación y creatividad.
Lee, disfruta el nivel de relajación que te brinda esta actividad. ¡Qué mundo más tranquilo podríamos vivir si todos nos permitiéramos unos minutos al día para concentrarnos solamente en las palabras de nuestras historias favoritas!

CONSEJOS DE “SÚPER LECTORES” PARA LEER MÁS RÁPIDO

Agatha Christie leía 200 libros al año, mientras que el fundador de Facebook, Mark Zuckerberh, acaba un libro cada dos semanas. El presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, leía un libro al día, incluso dos o tres si tenía una noche tranquila. ¿Pero cómo pueden hacer esto los meros mortales?
Harriet Klausner, una bibliotecaria de escuela que murió el año pasado, era o bien una de las lectoras más rápidas de la historia, o alguien que “economizaba” con la verdad.
Klausner logró finalizar unas sorprendentes 31.014 críticas de libros en Amazon,leyendo a veces seis libros al día. Pero no todo el mundo aceptaba esta cifra y un grupo de críticos intentaron desacreditarla.
Ella se defendió señalando que algunas de las novelas románticas que leía eran tan cortas y sencillas que se las podía cepillar en una hora. Y Klausner ofreció una explicación sencilla para su entusiasmo: “Si un libro no me interesa cuando llego a la página 50, dejo de leerlo”, le dijo al Wall Street Journal.
Los logros de Klausner pueden ser más propios del reino de la fantasía, pero muchos de nosotros desearíamos poder leer más. Acabar más libros, acumular más conocimiento, apreciar más la literatura.
 Un libro cada 2,4 días
John Sutherland, autor, crítico de libros, columnista y profesor emérito de Literatura Inglesa Moderna en la universidad UCL, en Londres, dice que en 2015, leyó aproximadamente 150 libros.
“Es bastante”, indica. Utilizar una tableta le permite pasar las páginas a la velocidad del rayo.
“De esa forma no dependes de un dedo entumecido, y también evitas contagiarle la tuberculosis al próximo lector”, bromea.
La vida de un lector profesional depende de su capacidad de atravesar las palabras a toda prisa.
El año pasado, Sutherland acabó un libro aproximadamente cada 2,4 días. “Paso cuatro páginas de golpe si tengo que hacerlo”, dice Sutherland.
joven leyendo
2.000 en una vida
Cuando estaba en la escuela, Tony Buzan hizo un examen de velocidad de lectura. Le complació ser capaz de leer 213 palabras por minuto. “Pensé que debía ser un lector bastante rápido. Pero luego le pregunté a una chica de la clase y ella había obtenido un 300. Me quedé destrozado”.
Buzan decidió mejorar sus habilidades. Practicó la lectura rápida en casa e investigó la física del ojo. También aprendió sobre la focalización ocular, y el agrupamiento de palabras para poder ser leídas como un solo fragmento.
Buzan descubrió que podía leer más rápido tras hacer ejercicio físico. Pronto había logrado doblar su velocidad de lectura.
Convertido en consultor de lectura rápida y memoria, Buzan cree que el número de libros que leemos es importante. “En lugar de leer, no sé, 1.000 libros en mi vida”, dice, “ahora quizás lea unos 2.000. Esto podría cambiar mi existencia”.
Los consejos de Tony Buzan para leer rápido:
  • Aprende a usar tus ojos para leer más rápido
  • Ponte en forma, para darle más oxígeno a tu cerebro
  • Aprende a memorizar capítulos e inclusos libros enteros
  • Lee sobre el cerebro y su funcionamiento
  • Crea un grupo de lectura rápida y estudio con amigos
Si tomas la velocidad media que se cita habitualmente de 300 palabras al minuto, a un lector le puede llevar sobre un minuto superar una página. Para leer una novela de 300 páginas al día, el lector medio debería reservar 35 horas a la semana.
“Hay una cantidad de libros limitada que puedo leer a lo largo de mi vida, y no voy a perder el tiempo con basura”, asegura el columnista del Sunday Times y crítico de libros, Jenni Russell. Russell cree que con la edad nos hacemos más selectivos.
“Cuando somos jóvenes sentimos una gran curiosidad por otra gente, por cómo piensan y sienten, su psicología. Ahora, un escritor tiene que tener una habilidad ejemplar o una perspectiva interesante para llamar mi atención”.
Cuando era niño, Russell leía hasta 20 libros a la semana. Ahora lee tres al mes.
¿Cuál es el mejor consejo para afrontar un año de lectura?
“Mi consejo es aburrirse”, dice John Sutherland. “Mi infancia fue muy aburrida. Leer fue una buena manera de llenar grandes periodos de tedio”.
leyendo
Un poco cada 15 minutos libres
El revolucionario ruso Leon Trotsky también aprovechó el aburrimiento. Durante los dos años que pasó en prisión leyó desde la mañana hasta la noche, desde ficción clásica europea, a las investigaciones de Darwin o las teorías del Lenin sobre el comunismo.
La ex tutora de lectura de la universidad de Dorchester, en Inglaterrra, Ginny Williams-Ellis, fundó la organización benéfica Read Easy (Leer fácil) para ayudar a gente que no sabe leer.
“Los libros no son una prioridad para la gente con la que trabajamos”, explica. “Son principiantes completamente: su motivación es aprender a leer listas de la compra, etiquetas de latas, periódicos, las palabras de la vida diaria”.
La organización hace sesiones personales, similares a otras que financia el gobierno británico en las cárceles.
“Mucha gente se emociona cuando aprende a leer. Trabajamos con una mujer, peluquera, que era una principiante y ahora lee una novela romántica cada noche”.
Russell entiende la fascinación. “En nuestras vidas, solo vemos la superficie de la gente. La ficción nos lleva a las mentes, los pensamientos, las motivaciones de otras personas. Las novelas nos llevan a sitios que de otra forma nunca veríamos. La lectura puede tener un efecto sorprendente sobre nosotros”.
La periodista y “coach” literaria Glynis Kozma aconseja a la gente que saque tiempo de sus horarios: “En lugar de pensar que lo que necesitas es sentarte y leer durante una hora cada vez, intenta utilizar pequeñas cantidades de tiempo”, sugiere. “Lee durante 20 minutos, mientras esperas que se cocine la cena. Utiliza cada 15 minutos libres que tengas”.
Kozma quiere leer un libro al mes, aunque a veces no lo consigue. “Creo que mucha gente se siente culpable con respecto a la lectura”, dice. “Estamos todos tan ocupados y pasan tantas cosas en nuestras vidas que se nos hace difícil justificar el tomarnos tiempo libre”.
Fuente: bbc.com

Comunicación y conocimiento

La escritura registra más o menos fielmente el proceso evolutivo del consorcio  humano. La evolución del o mismo, no significa su progresismo sino, por el contrario, su problemática como condición determinativa de su vínculo con el conocimiento, de la fase de la aproximación, de la contradicción y de la ambigüedad.

Las necesidades humanas distinguen las fases de la escritura en cuanto estas legitiman  la documentación de los criterios con los cuales se satisfacen aquellas: a cada proceso cognoscitivo se período contrapone un período preparatorio, durante el cual la inteligencia humana esta empeñada en huir al repertorio de la escritura  y paradojalmente tiene intención de invocarla cuando se entrevé un aporte innovador que pueda mejorar las condiciones generales, a la comunidad en su conjunto.

Al comparar el sistema de escritura semítico occidental con el jeroglífico egipcio, del que derivó, es fácil ver que el semítico es más sencillo que el egipcio. Los signos semíticos, de 22 a 30, son más fáciles de aprender y más rápidos de escribir, que los cientos de signos del sistema egipcio.

Por otra parte, la introducción signos vacálicos en griego hizo que este sistema fuese más exacto que su antecesor, la escritura semítica occidental, caracterizada por la carencia de indicación vocálica.

La expresividad de una escritura  no puede escapar a la finalidad propia del conocimiento, que se compendia en su difusión y en su comprensión. Los sistemas semíticos responden a esta exigencia, que constituye un acuerdo obligado entre modelos expresivos de comunicación y modelos participativos de conocimiento.