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12 CONSEJOS PARA ESCRIBIR CUENTOS POR ROBERTO BOLAÑO

  1. Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.
  2. Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.
  3. Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.
  4. Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.
  5. Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.
  6. Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.
  7. Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!
  8. Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.
  9. La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.
  10. Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.
  11. Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.
  12. Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

El mundo online

La llegada de Internet revoluciono la industria editorial y transforma, una vez más, el proceso de lectoescritura. Se imponga o no sobre el papel, el libro electrónico cobra cada día mayor importancia tanto para lectores como para escritores y editores.

El mundo online promete la construcción de un espacio público y crítico en el cual, como escribió Kant, cada uno puede hacer un uso público de su razón.

Las prácticas de la lectura están cambiando. Los lenguajes, los formatos y los géneros, y sobre todo el alineamiento entre ellos, están cambiando en función de los nuevos soportes. Lo que antes ocurría alrededor del texto, empieza a acontecer dentro, en el propio documento, mediante un intercambio fluido entre lectores y entre éstos y su propio autor.

Hoy podemos bucear en la virtualidad de libertad, sintiéndonos cerca de aquella “Biblioteca Total” con la que Borges soñaba y en donde tenemos disponible todos los libros imaginables, independientemente de dónde nos encontremos físicamente.

A pesar de la imagen de inmutabilidad que tiene el libro, la suya es una historia de cambios. Y en una época signada por lo electrónico, donde hay más pantallas que personas, los libros también se ven influenciados.

El texto digital representa una revolución en el aprendizaje y la comunicación humana que recién estamos empezando a comprender. Y, posiblemente - tal como refería el escritor Ítalo Calvino - “...en el futuro habrá otras maneras de leer que nosotros no imaginamos”.


SOÑADORES DE PALABRAS

Gandhi, Kafka, Eistein, Picasso, Chaplin, Bergman, Sarmiento o Borges, han sido soñadores de palabras, de fórmulas o visiones que las contienen y engendran códigos de expresión que nos hablan desde lo más profundo. Por eso admiten lecturas paralelas situadas en esa larga querella entre el Orden y la Aventura que anunciara Apollinaire como poeta de la modernidad en parte del siguiente texto:

Sed indulgentes cuando nos comparéis
Con aquellos que fueron la perfección del orden
Nosotros que buscamos en todas partes la aventura
No somos vuestros enemigos
Queremos procurarnos vastos y extraños dominios
Donde el misterio en flor se ofrece a quien quiere cortarlo
Hay allí fuegos nuevos colores nunca vistos
Mil fantasmas imponderables
A los cuales es preciso dar realidad.