La llegada de Internet revoluciono la industria
editorial y transforma, una vez más, el proceso de lectoescritura.
Se imponga o no sobre el papel, el libro electrónico cobra cada día mayor
importancia tanto para lectores como para escritores y editores.
El
mundo online promete la construcción de un espacio público y crítico
en el cual, como escribió Kant, cada uno puede hacer un uso público
de su razón.
Las
prácticas de la lectura están cambiando. Los lenguajes, los formatos y los géneros, y sobre todo el alineamiento entre ellos,
están cambiando en función de los nuevos soportes. Lo que
antes ocurría alrededor del texto, empieza a acontecer dentro,
en el propio documento, mediante un intercambio fluido entre
lectores y entre éstos y su propio autor.
Hoy podemos bucear en la virtualidad de libertad, sintiéndonos cerca
de aquella “Biblioteca Total” con la que Borges soñaba y en
donde tenemos disponible todos los libros imaginables, independientemente de dónde nos encontremos físicamente.
A pesar de la imagen de inmutabilidad que tiene el libro, la
suya es una historia de cambios. Y en una época signada por lo
electrónico, donde hay más pantallas que personas, los libros
también se ven influenciados.
El texto digital representa una revolución en el
aprendizaje y la comunicación humana que recién estamos
empezando a comprender. Y, posiblemente - tal como refería
el escritor Ítalo Calvino - “...en el futuro habrá otras maneras
de leer que nosotros no imaginamos”.
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