Nacida en el albor del capitalismo (una ordenanza de Enrique II en 1554, hace obligatoria la firma bajo un escrito), la firma se ha desarrollado históricamente al ritmo de la ideología burguesa (persona y propiedad).
En 1690, el 21 por ciento de los franceses sabían firmar sus nombres. Ya en 1790 ese porcentaje aumenta al 37 por ciento y en 1890 llega al 72 por ciento.
Ernesto Martinchuk
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