Portapluma artesanal realizado en Cedro con detalle pluma Ñandú |
En una época, no hace más de cuatro décadas, se obligaba a los alumnos a copiar frases, textos, conjugaciones, como una forma de castigar su mala conducta.
La página con la escritura se convertía en una prestación personal, al hacer correr la pluma en algunos casos, en trazar arabescos de palabras sin sentido en otras.
Muchos educadores atribuyen al niño el disgusto por las formas puras, como si él fuera incapaz de acceder a la caricia que emana de poder escribir.
Mientras que, para quién escribe, como forma de trabajo diario, la dicha de la simple copia se manifiesta como término de una larga iniciación. Se trata simplemente de una sabiduría suprema que es la sabiduría del cuerpo como se señala en la cultura Oriental.
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