Entre los lingüistas existe lo que se ha denominado el mito de la escritura, según el cual ésta no sería más que un procedimiento del que nos servimos para "inmovilizar, fijar el lenguaje articulado en su esencia".
Los lingüistas afirman que "el código escrito es secundario en relación con el código oral que es la lengua", por lo cual la escritura estaría fuera de la lengüística. Esto significaría limitar el fenómeno en medida intolerable: no sólo la escritura desbordada en forma notable y estatuariamente del lenguaje oral, sino del lenguaje mismo, limitándolo a una mera función de la comunicación.
Su relación originaria con el lenguaje oral es en muchos aspectos oscura, dado que tenemos el caso del ideograma, por ejemplo, transcribe un gesto, que representa en sí mismo el signo de una acción. Pero también la escritura ha tenido y tiene otras funciones comunicativas.
Además por estar ligada a las manos, la escritura fisiológicamente fuera del aparato facial de la fonética, y el
cuerpo no puede incidir sobre ella del mismo modo que sobre la palabra. De esta forma podríamos decir que siempre existiría una fractura social entre la palabra y la escritura.
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