Podría decirse que Ladislao
José Biro (1899-1985) cambió la forma de escribir de medio mundo con su
invento: el bolígrafo. Este periodista de profesión, nacido en Budapest, sacó
adelante su proyecto de pluma antimanchas en Argentina. En este país los
bolígrafos se siguen llamando birome, una marca que surgió de la mezcla de su
apellido con el de su socio, Meyne. Este 29 de septiembre se cumplen 117 años
de su nacimiento.
La pluma de extremo afilado
dio a Ladislao José Biro la fama mundial, pero además de sus actividades en el
campo tecnológico —también inventó una máquina para lavar ropa— fue escritor y
pintor, el Museo de Bellas Artes de Budapest conserva alguna de sus obras.
"Era un hombre culto que estudiaba con profundidad lo que le
interesaba", le definen en la página web de la Fundación Biro.
"Mi padre fue también
periodista y redactaba una columna en una revista de vanguardia de Budapest.
Habitualmente usaba una lapicera fuente Pelikan que manchaba o no escribía
cuando más lo necesitaba. Observando cómo la revista se imprimía decidió que
ese rodillo, que era capaz de tirar tinta sin manchar, debía reducirse para uso
manual: una pequeña esfera en un tubo capilar, con una tinta especial que
fluyera por la fuerza de gravedad y se secara instantáneamente en el
papel", rememora su hija Mariana Biró, fundadora de esta organización
creada como un medio para el desarrollo de la capacidad inventiva argentina.
Ladislao José Biro trabajó con
su hermano, György Biro, un químico, para desarrollar un nuevo tipo de pluma
compuesta de una bola y que seguía los principios de funcionamiento de un
rodillo de papel de periódico que transfiere una imagen entintada.
El primer prototipo del
bolígrafo fue presentado en la Feria Internacional de Budapest en 1931 y se terminó
patentando el invento en 1938.
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